Artesanos
Bruno Marchant Núñez
Mónica Rocco Robles
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Se dice que los cristales de cuarzo contienen un universo en si mismo. La palabra cristal proviene del griego Krystallos, que significa hielo, debido a que los griegos consideran que los cristales eran agua congelada para siempre por los dioses. El cristal de cuarzo es el más duro de los minerales, lo cual significa que no se altera con facilidad ante los cambios de temperatura o humedad.
Existen muchas variedades de cuarzo: pueden ser cristales de 6 puntas o de una sola masa compacta. Un cristal de cuarzo puro es el que únicamente está compuesto de silicón y oxígeno, y tiene una apariencia cristalina muy transparente. Existen otros con color, como en el caso de la amatista, la más conocida entre los cristales de cuarzo con color. Otros cuarzos de colores son el topacio falso o citrino de color amarillo pálido, el rosado, el verde y el ahumado, negro o carmelita. Otras variedades no vienen en forma de cristal, sino en una masa de finos granos como, por ejemplo, la calcedonia y el pedernal, más conocida como “la piedra de chispa”, utilizando en los encendedores.
Si observan como los cristales absorben la luz, verán que la reflejan y la transmiten. Cuando los utilizamos estos mismos cristales se convierten en generadores y balanceadores de la energía. Debido a ello, todos los seres humanos deberían rodear su medio ambiente de cristales para que estos les ayuden a generar la energía que gastan, convirtiéndose en su fuente de energía personal. Cuando nos exponemos a la luz del sol, recibimos su energía y esa misma energía electromagnética ha sido absorbida por los cristales durante su formación. Los cuarzos contienen una gran energía debido a sus muchos componentes parecidos a los del cuerpo humano, como el agua y los minerales, pero en mayor densidad. Debido a esta similitud en la estructura, nosotros reaccionamos mucho a los efectos del cristal de cuarzo.